Reanudo
en la “Tasquita de Vegueta”
hábitos de un antes,
colgado en la orgía de luz andaluza
a lo largo de las vías pecuarias,
entre legiones de olivos,
y alcornoques,
el tronco retorcido y el follaje exuberante,
entre rebaños de ovejas
y cerdos alimentados con bellotas
y toros en pastoreo, indiferentes,
por la dehesa extremeña
en el calor del mediodía,
ritmado por mis pasos
tras de la estrella de los Conquistadores,
hijos de estas tierras.
Cadetes y hijos ilegítimos
en busca de honores y poder
en un mundo por descubrir.
Saboreo un “espresso”
en mi Vegueta, no muy diferente
del "solo corto" de Baena,
punto de encuentro
para Moros y Cristianos
rumbo a Santiago.
Entra el Camino Mozárabe,
en el libro de los recuerdos,
pero quedan ojos y sonrisas
y ruidos y voces,
película y banda sonora
de un otro viaje en soledad.
Y libertad.