Mi è stato vicino per tutta la vita, il Nonno Gigino, facendomi giocare da bambino con la sua sciabola e più tardi negli anni dell’adolescenza nutrendo il sogno della Accademia di Livorno, e poi accompagnandomi con qualcuno dei suoi oggetti nel mio inquieto girovagare negli anni della maturità e della vecchiaia. Presenza “virtuale” si direbbe oggi, perché il Nonno morì nel 1942, quattro anni prima che io venissi al mondo, la sua nave , il Tabarca, affondata su una secca l largo di Quercianella. Fu la mamma, con i suoi racconti, che me lo resero “reale” e furono le sue cose ancora in giro per casa come se lui dovesse comunque ritornare. Ogni tanto la mamma mi regalava un pezzo nuovo: il medagliere, i nastri con il nome delle navi dove era stato imbarcato, i diplomi, la cartella di cuoio indurita dal tempo… e ad ogni “pezzo” era come entrare in una intimità sempre più profonda con Lui. Tra le Sue cose che mi fanno compagnia qui, in mezzo all’Oceano, c’è una piccola caffettiera monodose ad alcool, marca Record. Un esempio di design e funzionalità italiana che non riuscivo a collocare nel tempo. Qualche giorno fa però la mia curiosità è stata appagata: smontando la caffettiera è “emerso” (il Nonno era sommergibilista…) un bigliettino di auguri scritto da qualcuno in occasione del Suo matrimonio più di cento anni fa. E così anche stasera, mentre il cielo sopra San Cristobal sta tingendosi di indaco, il Nonno Gigino è qui con me, grazie ad uno dei pià grandi tesori che abbiamo. Il ricordo.
LA CAFETERA DEL ABUELO
El Abuelo Gigino ha estado cerca de mí toda mi vida, haciéndome jugar de niño con su sable, alimentando, más tarde en la adolescencia, el sueño de la Academia Naval de Livorno, y luego acompañándome con algunos de sus objetos en mi inquieto deambular en los años de la madurez y vejez. Una presencia “virtual”, diríamos hoy, porque el Abuelo murió en 1942, cuatro años antes de que yo llegara al mundo, cuando su barco, el “Tabarca”, se hundió en el Mar Tirreno entre Toscana y Córcega.
Fue mi madre, con sus recuerdos y sus historias, quien hizo que su padre fuera “real “para mí así como sus cosas, que todavía estaban en la casa como si El tuviera que volver de todos modos. De vez en cuando mi madre me regalaba una pieza nueva: la colección de medallas, las cintas con el nombre de los barcos donde se había embarcado, los diplomas, la cartera de cuero endurecida por el tiempo ... y cada vez estaba como más íntimo con Él.
Entre Sus cosas que me hacen compañía aquí, en medio del océano, hay una pequeña cafetera mono dosis de alcohol, marca Record. Un ejemplo de funcionalidad y diseño italianos que no pude ubicar con el tiempo. Hace unos días, sin embargo, mi curiosidad quedó satisfecha: desmontando la cafetera, “emergió” (el Abuelo era submarinista) una tarjeta de felicitación escrita por alguien con motivo de la boda del Abuelo hace más de cien años,
Y así también esta noche, mientras el cielo sobre San Cristóbal se vuelve índigo, Abuelo Gigino está aquí conmigo, gracias a uno de los mayores tesoros que tenemos. La memoria.