LA VELINA
E’ noto che le “veline”, sia di carta che in carne e ossa sono strumenti di regime.
Tra le prime la più famosa fu la “Telegrafia privata – Agenzia Stefani” fondata a Torino nel 1853 da Guglielmo Stefani, direttore della Gazzetta Ufficiale del Regno di Sardegna. Per uno di quei rari casi di “sponsorizzazione” incistati nel DNA della politica italica fin da quei tempi, il governo Cavour elargì lauti compensi all’Agenzia, (tenuti doverosamente segreti, in quanto proibito dallo Statuto Albertino, che vietava privilegi e monopoli ai privati).
Divenuta la tenutaria della comunicazione del Regno di Sardegna, l’Agenzia arrivò ad assumere una dimensione europea, venendo compartecipata dalla francese Havas e collaborando con l’inglese Reuters. Di fatto fin d’allora l’Agenzia agì come Ufficio Stampa del Governo Sabaudo, arrivando a vendere le notizie , le veline appunto, ai giornali “indipendenti”.
Con Benito Mussolini, la “ Stefani”, diretta da Manlio Morgagni, ebbe un ruolo fondamentale nella comunicazione istituzionale del fascismo e ne seguì la tragica sorte. Suicidatosi nel 43 Morgagni, dopo l’arresto del Duce, il suo ultimo direttore Ernesto Daquanno venne fucilato a Dongo con i gerarchi fascisti al seguito di Mussolini, e l’Agenzia venne chiusa nell’aprile del 1945. Parte della struttura organizzativa e tecnica della disciolta Agenzia confluì nella neonata ANSA.
Le seconde, quelle di carne ed ossa, evoluzione della classe delle “vallette” Buongiorniane. nascono negli anni novanta con il boom delle televisioni private e hanno contribuito in modo significativo al cambiamento dei canoni della comunicazione mediatica audiovisiva.
Le veline, caratterizzate da parametri anatomici di tutto rispetto, divennero icona di un regime. Ma in quegli anni assistemmo anche all’inizio della profonda crisi del giornalismo nazionale , al punto che oggi è ragionevole chiedersi se, sia pur con altri strumenti e modalità, non si sia tornati a un “regime Stefani”.
Leggendo certe notizie e seguendo certe narrazioni, qualche volta il dubbio mi viene.
LA VELINA ( en italiano la misma palabra se usa en relación al Comunicado de Prensa y a la gogò)
Se sabe que las “Velinas”, tanto en papel como en carne y hueso, son herramientas del régimen.
Entre las primeras, la más famosa (en Italia ) fue la “Telegrafía privada - Agencia Stefani” fundada en Turín en 1853 por Guglielmo Stefani, director del Boletín Oficial del Reino de Cerdeña. Para uno de esos raros casos de "patrocinio" grabados en el ADN de la política italiana desde aquellos tiempos, el gobierno de Cavour pagó generosos honorarios a la Agencia (debidamente guardados en secreto, tal como lo prohíbiva el Estatuto Albertino, que no permitía otorgar privilegios y monopolios a los particulares).
Convertida en titular de la comunicación del Reino de Cerdeña, la Agencia pasó a adquirir una dimensión europea, siendo participada por la francesa Havas y colaborando con la inglesa Reuters. De hecho, desde entonces, la Agencia actuó como la Oficina de Prensa del gobierno de Saboya, vendiendo las noticias, las “Veline” precisamente a los periódicos "independientes".
Con Benito Mussolini, La Agencia “Stefani”, dirigida por Manlio Morgagni, jugó un papel fundamental en la comunicación institucional del fascismo y siguió su trágico destino. Morgagni se suicidó en el 43, tras la detención del Duce, y su último director Ernesto Daquanno fue fusilado en Dongo con los jerarcas fascistas que seguían a Mussolini.
La Agencia se cerró en abril de 1945. Posteriormente una parte de la estructura organizativa y técnica de la Agencia disuelta se fusiono en el ANSA recién formado.
La otra, las de carne y hueso, evolución de la clase de las morigeradas "azafatas" . de los primeros años de la televisión, nacieron en los noventa con el boom de la televisión privada y han contribuido de forma significativa al cambio de cánones de la comunicación audiovisual.
Estas gogòs, caracterizadas por parámetros anatómicos respetables, se convirtieron en un icono del régimen.
En esos años también fuimos testigos del inicio de la profunda crisis del periodismo nacional, al punto que hoy es razonable preguntarse si, aunque con otras herramientas y métodos, no hemos vuelto a un "régimen Stefani".
Leyendo ciertas noticias y siguiendo ciertas narrativas, a veces me quedo con la duda.